Fundamentos de la Didáctica del Arte Trascendental

El objetivo de la didáctica del arte trascendental es hacer coincidir la práctica artística con un crecimiento de nivel de conciencia. Esto es posible observando al mismo tiempo lo que se realiza sobre una tela y lo que nos sucede mientras cumplimos estas operaciones.
Este modo de trabajar con la atención dividida permite un doble desarrollo: por una parte va refinando la técnica y por otra hay un crecimiento interior.

 

Obrar con un buen nivel de atención y conciencia no es una cosa simple y ni obvia. Generalmente la mayor parte de nuestras actividades se realizan con un estado de fatiga, de extrañeza, de "ruido", que no permite una completa y verdadera lucidez mental. El desarrollo de la atención nos permite alcanzar un doble objetivo: permitir que al desarrollo estético corresponda una elevación espiritual y viceversa.

 

A la base de este no fácil objetivo, encontramos una visión integral y estructural del ser humano, perteneciente al Nuevo Humanismo. El ser humano es principalmente cambio y transformación de sí mismo y del mundo. Cuando se detiene este proceso de cambio continuo, se experimenta sufrimiento mental debido a la contradicción que se crea entre lo que se piensa, se siente y se hace. El cambio, para que resulte real y liberatorio, tiene que ser llevado adelante con coherencia y lucidez.

 

Por este motivo se trata de hacer coincidir las aspiraciones existenciales de nuestros alumnos con aquellas artísticas. Proponemos pues, un recorrido que ayude a superar la dolorosa contradicción que se experimenta por la no coincidencia de los ideales profundos y la vida cotidiana. Los artistas -generalmente personas idealistas y con una fuerte sensibilidad- siempre han sufrido la incertidumbre de conciliar la experiencia creativa intensa e profunda, con las dificultades y rupturas que se experimentan en un entorno social hostil y violento.

La nuestra es una didáctica que pone al centro el artista, la persona y no su arte. El artista como todas las personas, sufre, y esta sensación cumple un papel fundamental en su creación. La actividad artística puede ser un instrumento para la superación del sufrimiento, o al contrario puede ser un motivo más de sufrimiento. Esto se produce en el momento en que el arte se convierte en un lugar en el cual huir, un refugio ideal, lo que se experimenta como inadaptación social.

 

Lo que fortalece y libera el artista y los seres humanos del sufrimiento seguramente no es la fuga sino la capacidad de afrontar problemas. Sufrimos porque el sistema de creencias en el que hemos nacido y hemos sido educados es violento y nos aleja de nuestra íntima naturaleza espiritual. En nuestros cursos y seminarios invitamos a tener una actitud de observación y estudio que pueda llevar a comprender las raíces psicológicas del sufrimiento y a realizar, por consiguiente, cambios profundos en el propio sistema de creencias.

El artista sufre porque su necesidad creativa no encuentra cotejo en un mundo mecánico, uniformante y violento. A menudo se encuentra con que debe elegir entre dos extremos: o hacer lo que siente pero pagando las consecuencias tales como la discriminación y el aislamiento, o hacer lo que la sociedad le impone de mil maneras vaciando y anulando su creatividad, obligándolo a desarrollar otras actividades para sobrevivir. El segundo caso parece el camino más fácil, puesto que cuenta la aprobación de la familia y la sociedad, pero interiormente es el recorrido más difícil porque cada día que pasa tiene un gusto de traición interior de la misma vocación.

 

La mayor parte de nuestros alumnos viven este miedo, esta contradicción que se ha creado entre sus aspiraciones y la sociedad. Generalmente usan el arte para compensar este malestar y sus creaciones son cerradas, dolorosas, enfadadas y se convierten en una especie de mundo paralelo que usan como escudo protector. También se ve en ellos el rechazo por crear y sus obras se convierten en un pasatiempo, una diversión, un puro deleite porque no creen en ellos mismos y no viven, o no quieren vivir el arte en su dimensión más profunda porque temen a los trastornos existenciales.

 

En ambos casos, ya sea cuando su actitud es intensamente inadaptada, rígida, o cuando hacen de todo para ablandarla y adaptarla a otras actividades vitales, diluyéndola demasiado, algo se pierde: la práctica artística vacía su fuerza esencialmente revolucionaria.

Lo que anima nuestra didáctica es la profunda convicción y experiencia, que la creatividad artística pueda ser uno de los más potentes instrumentos para rebelarse a la absurdidad de la violencia. Pero sólo reconociendo la violencia en nosotros mismos y en el mundo, ésta podrá ser superada.

 

Nuestra instrucción propone un camino de cambio radical de la persona, del artista, que tendrá que estar disponible a meter en discusión continuamente el propio trabajo, los propios límites, la propia violencia.

Nuestras técnicas, por lo tanto, no son solo artísticas y de lenguaje, sino también de meditación, de relajamiento, de inspiración y sobre todo de transferencia. Todas tienen el objetivo de liberar. Liberar energía, creatividad, emotividad, pensamientos y acciones.

La transferencia, una de nuestras técnicas más complejas, consiste en liberar al artista de los sentimientos negativos, que se traducen generalmente en sus obras sin transformaciones, como una catarsis. Como cuando rechazamos de nuestro cuerpo elementos extraños y tóxicos, la catarsis nos hace tener una sensación de liberación pero sólo provisoriamente, no a fondo, no nos da una solución al sufrimiento. Podríamos "descargar" continuamente en nuestras creaciones nuestro malestar sin liberarnos de él, en una repetitiva necesidad de bienestar que no se satisface. O bien, -y es lo que proponemos en nuestra didáctica- la externalización de los propios contenidos de malestar puede ser conducida transformando intensamente nosotros mismos porque lo que se traslada son las raíces, el núcleo del bloqueo y de la contradicción existencial. De esta manera se efectúa una disolución y no sólo una expresión de los contenidos psicofísicos que detienen la vida y la creatividad.

 

Se podría creer que el objetivo final sea esta liberación: por el contrario, nuestra educación parte e inicia de esta etapa. Las energías vitales liberadas por esta feroz mordaza, inician ahora un nuevo recorrido en el que la fuerza creativa surge purificada e inagotable.

La que ha sido una lucha interior entre el sí y el no, que ha costado energía y fatiga, se traslada a otro plano en el que nuestro poder de decisión y creatividad crece sin límites. Ya no estamos huyendo de algo, ya no estamos eligiendo por presión interior, sino que nos dirigimos hacia paisajes totalmente nuevos.

 

Para realizar este recorrido es necesario no identificarse, establecer una separación, una visión no ingenua de la realidad, y todo esto sabemos que es particularmente difícil para los artistas que viven una condición del propio malestar a menudo enfática, se apegan y no son propensos a poner en tela de juicio su desproporcionado ego.

 

En síntesis éstas son los puntos fundamentales de nuestra didáctica:
● atención a lo que se hace y a cómo se le experimenta
● puesta en discusión de lo que se cree verdadero o falso (trabajo sobre las creencias)
● no identificación con el propio ego
● liberación de la propia energía
● manipulación y transformación de los contenidos interiores y aquellos expresados
● creación de un propio lenguaje de coherencia entre lo que se piensa, se siente y se hace
● meditación y relajamiento profundos
● prácticas con los estados alterados de conciencia

 

 

>>> Anexos

Fundamentos de la Didáctica del Arte Trascendental
Diferencias entre la didáctica ESTETRA y el arte-terapia

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