El sentido de vacío frente a lo contemporáneo

Lo que escribimos -que el arte contemporáneo no tiene alma- para muchos no resulta escandaloso y una afirmación así categórica no debería resultar irritante. Muchos, se reconocen plenamente en lo que sostenemos.
 
No creemos que un fenómeno muy complejo como el arte en la contemporaneidad se pueda encerrar en una frase provocadora como la nuestra. En efecto, nos referimos a una tendencia que se da particularmente gracias al Mercado del arte, más interesado al dinero que al crecimiento y al desarrollo social.
 
Irónicamente nos preguntamos: ¿a dónde se ha ido el alma?
 
Sentimos, en efecto, una profunda desorientación y un gran nihilismo debido a esta falta.
A veces nos parece que el alma se niega de vivir en las obras contemporáneas, tan feas y absurdas. Somos muchos los que lloramos su ausencia y a menudo estamos obligados a consolarnos con las obras del pasado. No es que tengamos que retroceder mucho en el tiempo, nos basta ir al final del 1800 para encontrar sin dificultad el alma en el arte.
 
Ciertamente no sirve quejarse de esta ausencia, porque una tal crítica lícita y discutible como todas las provocaciones, no nos llevan a arreglar una semejante pérdida.
 
Podríamos arriesgar una interpretación, decir que el alma ha sido alejada por el ansia del dinero y del éxito. Pero no bastaría, puesto que estas tendencias acompañan al ser humano desde hace muchos siglos. Nos parece que esta pérdida se deba a la interrupción de algunas técnicas, de una profesión que se ha transmitido por siglos, y que la modernidad ha considerado oportuno apartar. Profesión que quizás se haya ido extinguiendo reemplazada por una "industrialización" del trabajo artístico, en la cual la producción ha ocupado el lugar de la creación.
 
Pero parece que en este momento histórico hay mucha necesidad de que crezca una nueva espiritualidad y el arte puede ser la expresión de ello y su anticipación.
 
Por lo tanto no estamos afirmando algo escandaloso cuando denunciamos que el arte contemporáneo atraviesa una profunda crisis de contenidos y que este proceso de materialización se haya encaminado en las primeras décadas del 1900.
 
En el siglo recién pasado, en efecto, no se puede desconocer que ha sido un período en el cual los individuos y la sociedad se han inclinado al culto del dios dinero y de un materialismo desenfrenado llamado consumismo, actitud que no ha dejado nada afuera. Tampoco el arte.
 
Por este motivo comprendemos a todas aquellos personas que visitando las grandes exhibiciones de mercado se sienten tomados por un gran sentido de vacío y violencia.

 

 

>>> Anexos

Arte contemporáneo: ¿arte sin alma?
El sentido de vacío frente a lo contemporáneo
Pérdida del alma: un proceso que dura de más de 100 años
Animar el arte contemporáneo


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